DESPUÉS:
Habéis visto qué transformación han sufrido mis pies. Pues es que mo me queda otro remedio que pintarme las uñas y cuidarme mis pobres pies.
Las secuelas de la fiesta pasan factura. Mi pobres pobres uñas de los pulgares bebieron mucho rebujito en San Marcos y ahora tienen que estar esmaltadas para poder presentar un aspecto medianamente decente.
Así que cuidadín con los zapatos cuando salgáis de fiesta!
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