Aldous Huxley
Podría contar con los dedos de las manos las veces que he encendido
la televisión en los últimos meses, recuerdo cuando de forma automática
la encendía al llegar a casa y aunque no le prestase atención,sentía que
tener esa voz de fondo me hacía compañía.
Creo que es una manía que adquirí cuando me fui de casa , se
me hacía raro estar en un piso en silencio, sin oír las voces de mis tres hermanos o de mis padres en algún rincón de la casa, el murmullo
de la tele era lo que más se parecía a el sonido de “mi hogar”.
Pero ese murmullo ha pasado de hacerme compañía a molestarme en
algunas ocasiones, sobre todo cuando llega la hora del telediario y me
doy cuenta de que llevo un largo rato escuchando una mala noticia tras
otra. Siento como poco a poco me va robando toda mi buena energía y es
entonces cuando agarro el mando y ¡OFF! y pongo al rollo de Bob Esponja.
Me sucede lo mismo a veces al leer el resumen de titulares de la portada
de un periódico, en absoluto me seduce la idea de abrirlo, buff… ¿de
verdad no hay una buena noticia?
A veces siento que el hecho de evitar estar al día de la “actualidad”
es hacer como el avestruz , mirar para otro lado y no querer ver y
aceptar el momento que está atravesando nuestro mundo y nuestro país.
Pero no, no nos engañemos, lo que realmente me pone de tan mal humor y
me entristece es la forma en la que muchos medios tratan de llenarnos de
MIEDOS, dedicando gran parte de su programación a recordarnos que vamos
“cuesta abajo y sin frenos”.
Me niego a aniquilar la esperanza de esa manera y me niego a
convertirme en un “bicho bola” de sofá, si, así me visualizo en el
momento en el que me voy encogiendo entre los cojines mientras veo
imágenes y titulares (a veces puestos en modo bucle) que parecen
anunciar un apocalipsis inminente … MIEDO.
Si, es nuestra realidad, la que nos está tocando vivir, pero de nada
sirve lamentarse y convertirnos en personas inseguras, temerosas y
gruñonas, con eso no solucionamos nada y lo único que conseguimos es
atraer más y más miedo a nuestras vidas y nuestra situación.
Y sí, me reafirmo en mi fé cada vez mayor en la ley de causa y
efecto. Recibimos lo que proyectamos y hasta que no seamos conscientes
de esto seguiremos siendo lo que quieran que seamos, marionetas del
MIEDO.
MIEDO que nos impide luchar por nuestros sueños, nos impide ser
creativos e innovadores, nos impide creer en nosotros mismos y en
nuestras posibilidades… ¡No perdamos la fé! , y aunque no parezca haber
ni rastro de luz al final del túnel no tiremos la toalla, la hay.
Todo gran cambio comienza en cada uno de nosotros, en nuestra actitud, nuestras ganas y nuestra fe en que “lo mejor está por llegar”.
Fuera miedos.
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